Parkinsoneanos IX
No cantará el grillo la quietud ligera del verano.
Nadie me contará la historia de la pequeña China
enterrada debajo de mis pasos cortos y curiosos.
Con quién contemplaré la lluvia y su hipnótico estallido
sobre las baldosas del porche de la casona vieja.
Qué tierra me llevará de vuelta a la sangre, a la carne
común, a la espiral del tiempo, al día inadvertido.
He visto descender tu cuerpo hacia la boca de Dios.
He visto el brillo de tu nombre en el mármol y el granito.
No cantaremos el arrullo de la higuera y su sombra.
No cantará el grillo la quietud ligera del verano.
(Soy esta hora amarga en que contemplo la muerte).
Nadie me contará la historia de la pequeña China
enterrada debajo de mis pasos cortos y curiosos.
Con quién contemplaré la lluvia y su hipnótico estallido
sobre las baldosas del porche de la casona vieja.
Qué tierra me llevará de vuelta a la sangre, a la carne
común, a la espiral del tiempo, al día inadvertido.
He visto descender tu cuerpo hacia la boca de Dios.
He visto el brillo de tu nombre en el mármol y el granito.
No cantaremos el arrullo de la higuera y su sombra.
No cantará el grillo la quietud ligera del verano.
(Soy esta hora amarga en que contemplo la muerte).
0 Comentarios:
Publicar un comentario
Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]
<< Página Principal