viernes, agosto 01, 2008

Parkinsoneanos IX

No cantará el grillo la quietud ligera del verano.


Nadie me contará la historia de la pequeña China

enterrada debajo de mis pasos cortos y curiosos.


Con quién contemplaré la lluvia y su hipnótico estallido

sobre las baldosas del porche de la casona vieja.


Qué tierra me llevará de vuelta a la sangre, a la carne

común, a la espiral del tiempo, al día inadvertido.


He visto descender tu cuerpo hacia la boca de Dios.

He visto el brillo de tu nombre en el mármol y el granito.


No cantaremos el arrullo de la higuera y su sombra.

No cantará el grillo la quietud ligera del verano.


(Soy esta hora amarga en que contemplo la muerte).

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